Terapia focalizada en Compasión – CFT

 “Una bondad básica que posee una conciencia profunda del sufrimiento propio y de otros seres vivos, que se complementa con un deseo e intento por aliviarlo” Paul Gilbert

Mucho tiempo esquive mi formación con la Terapia focalizada en Compasión – CFT, algo me resultaba forzado, temía que niegue esas partes enojadas y más duras que tenemos las personas, que busque promover algunas habilidades de bondad amorosa difíciles de trabajar en psicoterapia, y cuando me entrené, me seguí entrenando y descubriendo el papel trascendental en la salud mental que tiene incorporar el trabajo en autocompasión.

Descubrimos juntos a mis consultantes el poder de la amabilidad, la visibilidad de la vulnerabilidad tan importante para humanizar nuestros vínculos

CFT es un modelo fundado por el Psicólogo británico Paul Gilbert autor de varios libros y creador de un programa llamado Mente Compasiva.

El enfoque de la CFT integra técnicas de la terapia cognitivo conductual con aportes y conceptos de la psicología evolutiva, social y budista junto con las neurociencias.

Busca entrenar y desarrollar la habilidad de la motivación compasiva la cual integra intención, cognición, compromiso y acción hacia el alivio del sufrimiento propio y de los demás.

En el contexto de la psicoterapia implica considerar los condicionamientos que impiden la apertura a la la experiencia de confianza, seguridad y cuidado en las relaciones, es una perspectiva que considera las bases neurobiológicas propias de un cerebro que principalmente dirige los esfuerzos a evitar las amenazas reales y percibidas o recordadas por similitud.

Las técnicas en CFT se orientan a generar las condiciones biopsicológicas para experimentar un estado interno propicio hacia el cuidado propio y de los demás, activando en el cuerpo la seguridad y estado de relajación necesario para el equilibrio emocional.

Debido a que el cerebro humano está diseñado para sobrevivir, no surge espontáneamente estrategias integrales de cuidado y conexión.

El cerebro esencialmente necesida desplegar los mecanismos necesarios para defenderse de la amenaza y desplegar las estrategias de supervivencia y defensas en la interacción. Es importante para un estado de calma y conexión hay que entrenar al cerebro para la compasión.

Esta terapia se enfoca en generar motivación compasiva y emociones dirigidas al cuidado en los consultantes, así como desarrollar el equilibrio emocional.

La Compasión hacia otras personas no es diferente de la compasión hacia nosotros y nosotras mismas, lo que llamamos Autocompasión.

Compasión y Autocompasión

  • En primer lugar, es esencial ser consientes del sufrimiento, reconocer que el sufrimiento humano existe. Notar cuando estamos sufriendo u otra persona está sufriendo.
  • En segundo lugar, empatía, ser tocadas o tocados por el sufrimiento, relacionarnos bajo un sentido básico de sensibilidad y cuidado. La sabiduría sobre lo difícil de la situación, aún cuando no estemos de acuerdo.
  • En tercer lugar, implica el deseo de aliviar el sufrimiento, con interés genuino. O, al menos, no empeorar el sufrimiento propio o ajeno.
  • En cuarto lugar, la compasión implica disposición a ayudar. Acercarnos y relacionarnos para ofrecer comprensión y bondad cuando alguien falla o comete errores, en lugar de juzgarlo con dureza.
  • Por último, para cultivar la compasión y autocompasión debemos llevar adelante acciones hábiles, concretas, en dirección al alivio del sufrimiento propio o ajeno.

Podemos reflexionar y ver que el sufrimiento, el fracaso y la imperfección son parte de la experiencia humana compartida, que para liberarnos verdaderamente del sufrimiento es fundamental trabajar la autocompasión y autoaceptación.

Ser cómo una vasija de agua que contiene todo sin elegir, con ecuanimidad: aquellos aspectos que deseamos mostrar al mundo y aquellos que nos forzamos a no mostrar.

Es importante estar atentos y atentas a los Mitos sobre la Compasión que habitualmente es entendida cómo lástima, pena, tristeza que se relaciona con una relación desigual entre la persona que despierta esa pena y una/o misma/o. Y si pensamos en autocompasión suele entenderse como autopena, debilidad, indulgencia, egoísmo, falta de motivación, vagancia entre otras ideas.

Cultivando la compasión con prácticas diarias, escritos y gestos diarios alimenta nuestro bienestar, ha sido demostrado que la compasión favorece en reducir nuestro sufrimiento y fusión con las historias de la mente.

Reducción de preocupaciones, por el acto de descentrarnos de «yo/mí» permitiendo un sentido de conexión con el espacio interior y con el grupo humano, sabiendo que todas las personas sufrimos y deseamos la felicidad, tiene un impacto calmante y regula nuestra experiencia emocional, asimismo mejora la vida relacional.

«A veces oyes una voz que te llama desde el otro lado de la puerta, como oye las olas un pez fuera del agua: Vuelve, Vuelve. Este volverte hacia lo que amas profundamente, te salva.» Rumi