Mindfulness es «La conciencia no enjuiciadora que se despliega momento a momento, la cual se cultiva prestando atención de una manera específica en el momento presente y de la manera menos reactiva, y con la máxima apertura del corazón» Jon Kabat-Zinn
¿Sabías que los seres humanos poseemos la capacidad innata de habitar plenamente el momento presente tanto en cuerpo como en mente?.
En cada instante, en cada día, podemos sumergirnos en la totalidad de nuestra experiencia, tomando distancia y autonomía de los relatos de la mente, esos pensamientos que nos abruman y quieren dirigir nuestra vida.
Ser testigos conscientes de nuestra propia experiencia nos permite estar dónde estamos, hacer lo que hacemos atentamente con nuestro cuerpo y mente alineados en el contexto que sucede.
Por ejemplo si vamos a hornear una torta, conseguir los ingredientes que queremos usar, colocarlos en la mesa, tomar el bol que nos será útil, seguir los pasos, atender al tiempo de horneado.
Muchas veces nos dispersamos y empezamos a preparar la mezcla sin saber si tenemos lo que queremos usar, o vamos prestando atención al lavarropas, o al celular, y no estamos completamente presentes.
Un aspecto importante para tomar contacto con el momento presentes, es hacer una cosa a la vez.
También al mantener una charla o cepillarnos los dientes podemos usar la consciencia y cultivar la presencia.
Si nos encontramos con alguien estar ahí ofreciendo nuestra presencia compartiendo, escuchando atentamente, observar si surge deseo de compartir algo, esperar nuestro turno, reconocer las sensaciones en el cuerpo y el contexto en el que se da la conversación, si algo cambia del entorno tener la flexibilidad para recibirlo y hacer los movimientos que necesitemos.
Es importante no caer en el error de intelectualizar e idealizar la práctica de Atención Plena o Mindfulness.
Es una práctica sencilla, un modo de estar en el mundo, intelectualizar o idealizar puede conducirnos a buscar perfectamente un estado de paz, y el presente no siempre ofrece paz, ofrece señales de apuro llegando tarde al trabajo, de temor recibiendo un diagnostico no deseado, de sorpresa cuando el candidato o candidata a presidente no deseado gana las elecciones, de vergüenza cuando metemos la pata en una conversación con alguien con quien no tenemos confianza o nos tropezamos frente a un escenario.
Sin embargo cultivar apertura, una actitud receptiva y sin lucha, es una actitud amable para contactar con el presente, ofreciendo una serena habilidad de elegir cómo responder y no reaccionar emocionalmente.
En lugar de convertirse en una rígida norma de vida o en una mera representación del «ser mindful», debemos integrarlo humildemente en nuestra vida cotidiana, reconociendo que no son necesarios certificados costosos ni cursos especializados para cultivar la atención plena. La esencia del mindfulness radica en simplemente estar y ser con la comunidad en su totalidad, no solo con otros practicantes.
Para cultivar una vida de serenidad, es fundamental dedicar atención y esfuerzo a la práctica diaria del mindfulness. Esta práctica debe ser tan versátil como la vida misma, pero al mismo tiempo tan estable como una montaña. No existe un único camino hacia la calma, ya que hay tantos caminos como personas en el mundo.
La felicidad y la calma son estados internos asociados a nuestras emociones, y podemos practicar acciones que fomenten su cultivo. Sin embargo, antes de ello, debemos construir un microscopio emocional a través del autoconocimiento y adoptar ciertas actitudes. Es crucial reconocer la integridad de nuestra naturaleza emocional, aceptándola tal como es como primer paso.
Es normal que la mente juzgue y demande más esfuerzo, pero debemos recordar que la raíz del sufrimiento reside en la búsqueda constante de placer y éxito, así como en el rechazo del malestar y el dolor. Estar en calma no implica estar bien constantemente; significa ser aliados de nuestra propia experiencia y regalarnos la posibilidad de transitar la vida con serenidad y respeto cada día.
Para calmar la mente, es necesario calmar el cuerpo, prestando atención especial a nuestros movimientos, alimentación y prácticas de relajación. Con unas bases sólidas, como las raíces y el tronco de un árbol, podremos afrontar las tormentas de la vida con calma. Reducir la reactividad emocional y abrazar lo cotidiano y sencillo nos permite construir una mirada amable hacia nuestra realidad y cultivar la calma en cada día.
Es esencial cuidar nuestra mente y construir hábitos saludables que incluyan un botiquín emocional para momentos difíciles.
Algunos estudios, como «Dispositional Mindfulness and the Attenuation of Neural Responses to Emotional Stimuli», han demostrado cómo la disposición hacia la atención plena se relaciona con la regulación de las respuestas cerebrales a estímulos emocionales, encontrando que las personas con niveles más altos de mindfulness tienen respuestas cerebrales reducidas ante estímulos emocionales negativos.
Espero que encuentres útil esta información. ¡Un abrazo consciente!
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Romina Recchia Licenciada en Psicología. Universidad de Buenos Aires Matrícula Nacional 38.824 Ministerio de la Nación Argentina
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