«Tras las nubes del lenguaje hay un pequeño trozo de cielo azul» Baba Ram Dass
Las personas contactamos con la realidad a través de filtros mentales, velos o mayas, según el budismo, ilusiones mentales, no vivimos simplemente en el mundo, percibimos los sucesos verbalmente y construimos relatos e interpretaciones, una historia de vida.
Psicológicamente necesitamos cierta estructura que provee estabilidad y seguridad, saludable mientras la flexibilidad para ponerla en duda se haga posible.
El apego a esas historias, hacen pensar que somos lo que creemos que somos, la identidad se construye de esos pilares, lo que da vida al Yo y nos hace fusionarnos en el, quien da sentido, estabilidad y orientación, por lo tanto todo lo que ponga en duda esa historia es una amenaza que invita a activar defensas para evitar sentir ese «vacío».
La Terapia de Aceptación y Compromiso ilustra el efecto que tiene seguir las reglas de estas historias, y plantea dos procesos implicados en la consciencia: Yo Concepto y Yo Contexto.
Nos fusionamos con una visión del Yo construida verbalmente, al cual defendemos aunque sea complicado o nocivo y el motivo principal por el que buscamos ayuda psicológica.
Nos creemos la historia de lo que es la vida, basándonos en ideas más que en vivencias del momento presente, sobre uno mismo o una misma, sean positivas o negativas, no se discuten
Las ideas familiares, repetidas, sobre uno mismo -tanto positivas como negativas- se consideran absolutamente cierta.
«Intentamos vivir dentro de las historias, ya sean grandiosas u horrorosas. Intentamos ser lo que decimos que somos ¡Ha hecho su aparición el Ego!» Hayes, Stroshal, Wilson.
El
Nos Pensemos lo difícil que es en un contexto nuevo considerar nuevas posibilidades de actuar diferente, si una persona se autodefine como tímida y temerosa, es menos probable que se consideren otras alternativas posibles.
Así cómo nos protegemos del peligro físico, también nos protegemos de conservar nuestra identidad psicológica. Por ello, no se trata de cambiar la historia, pues no es posible, aunque si se puede agregar nuevos ingredientes, se trata de generar una nueva relación delineada por el desapego.
El proceso que permite este desapego, es la práctica de consciencia continua, identificar el proceso en el que nos estamos contamos estas historias sin seguir su reglamento, sin fusión, saber que estamos pensando, despertar al presente y elegir, siempre elegir, hacia dónde queremos ir, o que acciones nos acercan a nuestra mejor versión y cuales nos alejan.
El Yo cómo un observador de la propia experiencia, quien identifica los fenómenos de la mente y el cuerpo sin aferrarse, quien ve la realidad basándose en sucesos y tiene la voluntad de atender a sus procesos de un modo flexible.
Las personas nos describimos según nuestros roles, sentimientos, cualidades. Por ejemplo Soy ansiosa, tímido, soy buena, soy comprensiva, nadie se esfuerza tanto cómo yo, yo sé más que el resto, soy depresivo, la gente es mala, las personas son mejores que yo, si me equivoco no valgo lo suficiente, podría haberme esforzado…
El universo verbal, de las palabras y representaciones mentales es una tentación para alejarnos del contacto con el presente, esto es nuestra naturaleza humana.
Podemos hacer un ejercicio para tomar una perspectiva más amplia: imaginate si en diez año tu vida sigue cómo hoy y actúas cómo hoy, que te diría un yo del futuro, más sabio sobre ello, que sugerencias te daría. Así cómo qué harías para ayudar a esa o ese niño que fuiste, que le decís o haces frente a esa experiencia difícil.
No es posible involucrarte en tu vida, encontrar el sentido de lo que a vos te ofrece plenitud e identificar los cambios vitales y acciones concretas, sin tener una consciencia amplia psicológica, física y social de la realidad.
Cada instante es una oportunidad para involucrarse con el presente de una manera voluntaria, centrada y flexible.
Romina Recchia Licenciada en Psicología. Universidad de Buenos Aires Matrícula Nacional 38.824 Ministerio de la Nación Argentina
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